miércoles, 2 de marzo de 2011

Les destinées sentimentales

a. La porcelana me hace llorar, ya sea ésta de marfil o de pétalos de magnolia.
b. Se la arrebatan o se aparta de su morada, de su tienda, porque ama a una mujer, lo que puede ser muy hermoso y duro también. Su dolor viene del silencio, como un gemido contenido sabe que la ama. Très bien, weirdo.
c. Haber sido el hombre que ya no recuerdo o recordar al hombre que ya no soy. Si ya no somos esos, nos queda armarnos de paciencia para en su momento apreciar las cosas bellas en su total dimensión. Nos queda aceptar la felicidad, acostumbraremos a ella, no comprobar a cada minuto el porqué nos elegimos y adentrarnos con delicadeza al concepto de vida familiar.
d. Un jardinero italiano, bajo el cerezo, araña la tierra con un soñoliento rastrillo. De repente, habla en su dialecto, sus palabras resuenan en el silencio del mediodía y se mezclan con el peculiar sonido de su rastrillo, removiendo la gravilla, él parece decir: qué fútil es el trabajo.
e. No se dice Tráeme por favor una Coca Cola helada del grifo. Se dice ¿Podré tomar acaso una Coca Cola? Se dice también ¿Me dispensa el honor de este baile? Me dispensa.
f. Me acordé de Seda, el libro de Baricco, y aquella película sobre los pioneros de Winterbottom: cambian las relaciones económicas pero algunas virtudes y vicios se mantienen.
g. Fueron tres horas detrás de la cámara de Assayas y ya quiero ver Carlos el chacal, la película de cinco horas sobre el terrorista venezolano miembro de la OLP.
¿Qué felicidad, mi amor, puede haber sin ti?

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