martes, 23 de noviembre de 2010

Romance

El hogar es blanco. El rojo te somete. La calle es indiscernible. Te sientas en el bar con tu abismo. Dices que lo mismo que antes hacías por amor ahora lo haces porque le detestas. Que te sofoca lo que a él le da vida. Que hay cuerpos silvestres, dignos, y otros que son fuente de miseria. Y la verdad es que yo estoy dispuesto, mi amor, cual extraño, a honrar tu limpio y delicado cuerpo. Con mi pinga como de perro y la más tramposa de mis cualidades, la que dice que me gusta estar solo.
Ce n'est pas grave.

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