a. No me hubiese gustado vivir durante la Gran Depresión, qué fuerte, ¿la Gran Depresión? Dicen que el cine fue particularmente útil en Estados Unidos en ese tiempo.
b. Él era frágil y dominante, pero también entusiasta, esto último no sé, me caga.
c. Del cine de José Luis Garci, a quien recién lo ubico con el programa Qué grande es el cine, se puede esperar mucha literatura (“la rama que rasca los cristales”), muchas referencias, con mucha España de época (el pueblo-el profesor-el cura-la chica-los niños-los padres), muchas emociones y harta nostalgia (El abuelo es - o por lo menos así la recuerdo- una de las películas más bonitas que he visto), pero hay algunos pequeños anacronismos que no sé: ¿la ópera de Andrea Bocelli en la época de esta película?, ¿era Andrea Bocelli, no?, ¿o la figura de Elsa Pataky en la época de esta otra?
d. Frases “ay, señor; ay, señor”, “como si llevase ropa prestada”, “ya no hay tu tía”, “ni fu ni fa”, “qué ya han pasado las burras de la leche” y “dormir la mona”. Los equivalentes a borracho: piripi, jumera, curda, turca, ajum. Y de cómo una palabra o frase se vuelve onomatopeya: joder-jo.
e. Murria en vasco es tristeza.
f. Una escena: el paneo de la cámara -¿así se dice: paneo?- cuando se presenta la taberna que funciona de noche como cine, ¿homenaje a quién será?
g. Un ejemplo de por qué me gustan los guiones de Garci: el cura del pueblo (“¿dios, por qué no me has abandonado?”), cuyo problema no es la bebida sino la confusión, en medio de arrepentimientos vocacionales, triste con la mirada buenamente llorosa, dice algo como que la pintura moderna, que podría ser también la pintura contemporánea, por un lado, es un mamarrachada, es cualquier cosa, pero a su vez le gusta, ay, esos cuadros del comunista ese de Picasso con esos colores, con esas mujeres de tres piernas y dos bocas.
h. Ella huele a vainilla, la tía mira como ciega, el chibolo ha visto 44 películas y las ha apuntado todas (¿a quién se parecerá?); el profesor de pueblo que sueña con ser el galán que viaja a Singapur y va acompañado de mujeres de novela.
i. El doctor diagnostica que el amor es una droga muy potente: siempre se quiere más y cuando se termina, por la razón que fuese, la angustia o ansiedad es muy fuerte. La madre que todo lo sabe dice lo mismo de otra forma: cuando se acaba el amor te quedas con un muerto pegado al cuerpo. Si yo fuese recomendador, esta película se la recomendaría, cuando menos, a las viudas y viudos de todos los tipos.
i. El doctor diagnostica que el amor es una droga muy potente: siempre se quiere más y cuando se termina, por la razón que fuese, la angustia o ansiedad es muy fuerte. La madre que todo lo sabe dice lo mismo de otra forma: cuando se acaba el amor te quedas con un muerto pegado al cuerpo. Si yo fuese recomendador, esta película se la recomendaría, cuando menos, a las viudas y viudos de todos los tipos.
j. Pienso en cómo toda nuestra lascivia actual, desbordada en el baile, antes contenida, se expresaba con los ojos, en la mirada. He ahí donde radicaba su impacto o, por lo menos, a eso se refieren cuando le daban tanta importancia al primer golpe de vista. Un fuego tal en la mirada que daba vergüenza. ¿Una mirada en el cine? Ésta.
k. El niño dice “no me gustan las despedidas, cariño” pero es sobre la importancia sanadora de las despedidas que va la película (como en esta otra), la importancia de la despedida para que se dé el milagro donde te vuelven a salir flores después de que aquel o aquella que te habitaba se va. Es que - citando a Por quien doblan las campanas - you are the one no solo es eres la única, la mejor, lo más sino también tú eres yo y serás tantas otras cosas más pero también serás yo.
l. Escuchar veinte veces seguida tal canción, quitarse las palabras varias veces en el entretanto, bendecir el mundo en cada beso y abrazo, y luego, al día siguiente, romper el disco o borrar el archivo: nadie más lo volverá a escuchar.
Con Lydia Bosch, Ana Fernández, Julia Gutiérrez Caba, Iñaki Miramón y Manuel Lozano.
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